Cada ciudad en el mundo tiene un horizonte único definido por su arquitectura y su paisaje. Fotografiar la ciudad con la cámara nivelada y apuntada directamente hacia arriba, ofrece una manera de identificar sus huellas dactilares, y proporciona una noción diferente de horizonte. El proceso lleva a un sentimiento de descubrimiento vivido en la infancia y recrea la sensación de tumbarse en el pasto y mirar hacia el cielo buscando formas en las nubes, árboles, o en este caso entre los edificios y sus alrededores. El punto de vista abstracto que se muestra en estas fotografías desafía al espectador cambiando su visión habitual, en un mundo en el que a menudo miramos hacia adelante, o en su mayoría del tiempo hacia abajo.